viernes, 19 de noviembre de 2010

historia de lagos bernabeu

El panorama tras la Guerra Civil era desolador. El estadio de Chamartín ya no existía. Sus tribunas habían sido desmanteladas para utilizar la madera y el terreno estaba completamente destruído. La sede social había desaparecido tras un bombardeo e incluso varios trofeos habían sido robados y ni siquiera existía un equipo de fútbol completo. En ese punto, el Realmadrid hubiera desaparecido de no ser por la inmediata intervención de personas como Don Adolfo Meléndez y Don Pedro Parages, presidentes en la época fundacional; Don Antonio S. Peralba y el Señor Marqués de Bolarque, presidentes antes de la guerra y Don Santiago Bernabéu, ex-jugador, ex-capitán, ex-entrenador, y ex-secretario técnico que aportó al club la fortaleza que en ese momento le faltaba. Entre todos, buscando puerta a puerta a los socios y a los jugadores, consiguieron reunir 300.000 pesetas para adecentar el campo y reabrir la sede social, fichar lo poco que se pudo conseguir y, ante el asombro de propios y extraños, el 22 de octubre de 1939, tras siete meses de infatigable trabajo, el Realmadrid volvió a jugar al fútbol. Y fue tal el impulso que estos cinco hombres de hierro le dieron al equipo que desde las cenizas consiguieron el subcampeonato Regional, el de Liga y el de Copa.
Pero aquello no era suficiente para un hombre como DON SANTIAGO BERNABÉU que soñaba convertir al modesto Realmadrid en el más grande club de la historia, y para ello, tras ser elegido presidente el 15 de septiembre de 1943 Don Santiago Bernabéu movilizó a todos los madridistas en la consecución de un sueño fantástico: levantar el mayor estadio de Europa con capacidad para más de 120.000 espectadores. La prensa catalana afirmaba que era "imposible" llenar un campo de 120.000 localidades y se inició un debate nacional en el que algunos periódicos catalanes tildaron a Don Santiago de "loco visionario" y a su proyecto de "quimera impracticable". Hubo un accidente en el que Un hombre de 38 años falleció al precipitarse de una altura de entre 10 y 12 metros cuando trabajaba en las obras del estadio
En el nuevo estadio : Tras las sucesivas remodelaciones para convertir las localidades de pie en localidades de asiento, tal y como estipula la ley, la capacidad del Estadio es de 87.000 espectadores todos ellos sentados
Los vigilantes nocturnos me contaron que todas las noches se oyen voces y notan como si alguien les rozara el rostro.

El vigilante José Fernández llevaba ya algunas noches del citado mes de Noviembre durmiendo en el interior del estadio ya que su casa, situada al lado, estaba siendo reformada. No le importaba a él dormir en una pequeña celda dónde recitaba sus oraciones antes de dormir. Esa noche, y en medio de la oración, sintió una imperiosa necesidad de salir fuera para orinar.
Una ráfaga de frío viento le azotó el rostro, y un torbellino de pipas secas caídas por los aficionados le envolvió los pies. Eran las dos de la madrugada.
De repente todo quedó en silencio. El viento cesó y las aves nocturnas cortaron de repente sus gritos, pero él comenzó a escuchar algo que identificó como un lamento, el desolado lamento de un niño de corta edad. Se quedó inmóvil para poder prestar mejor atención y descubrió que dentro de ese quejido eran pronunciadas unas palabras: ¡“Mamá, Mamá”!

Completamente seguro de que no se trataba del grito de algún animal (a veces los gatos semejan con sus maullidos el llanto de bebes), ni que el murmullo del viento le estaba jugando una mala pasada siguió con valentía el sonido del misterioso lamento y de repente se encontró ante una habitación determinada de cuyo interior salían los lloros.
La habitación en cuestión estaba ubicada en la zona de adultos pero no pudo de momento conocer que había allí .
Al día siguiente lo primero que hizo fue consultar los libros de defunciones del archivo de la necrópolis, y descubrió sorprendido que en aquella habitación reposaban los restos de un niño pequeño, de dos años, muerto por una increíble avalancha de aficionados. Por algún extraño motivo fue enterrado en esta zona del estadio en vez del cementerio. Desde entonces el fenómeno se ha repetido asiduamente, a distintas horas y con diferentes matices: Gemidos, lloros, o susurros apagados.
Más de una vez ha visto el segurata José Fernández entrar corriendo en la capilla a un niño de corta edad a deshoras (horas en las que el cementerio estaba cerrado al público). Cuenta que en realidad era una visión difuminada, que pasaba a gran velocidad y cuando él se giraba para poder ver la silueta completamente, ésta desaparecía.
También ha conseguido verlo a los lejos por distintos lugares del estadio, ataviado con unas vestimentas blancas y vaporosas, estando sus pies por encima del nivel del suelo, como flotando en el aire. El vigilante José está convencido de que el niño está intentando hacerse ver aunque muy sutilmente.
También me contó otros suceso que le habían contado y estaban relacionados.
Más sucesos inexplicables
A partir de esa misteriosa e inolvidable noche los sucesos inexplicables no han dejado de sucederse dentro de la necrópolis de San Miguel. Parece que dentro de sus muros alguna fuerza desconocida no deja descansar en paz a los difuntos.
Los principales testigos de dichos fenómenos son los vigilantes de seguridad, ya que realizan su trabajo en horas nocturnas y cuando todo está en solitario.
Uno de los mencionados vigilantes optó después de sufrir una gran depresión, por abandonar el trabajo debido a lo ocurrido una noche casi en las puertas del cementerio. El vigilante referido J. R. G., un hombre que nada cree de estos temas, vivió una experiencia que como ya anoté anteriormente describe como la mas aterradora de su vida.
Los vigilantes suelen hacer 3 o 4 rondas por el interior del recinto a lo largo del turno durante la noche. Nuestro testigo llegó aquella noche a su puesto de trabajo, y se dirigió a la cabina de descanso, ubicada en los exteriores, esperando que llegara su turno de la primera vuelta, y mientras tanto, como acostumbraba a hacer casi siempre, llamó a su esposa a casa para saludarla.
Mientras hablaba con su mujer, J. R. G. escuchó de fondo una voz masculina, que articulaba palabras inconexas. Sorprendido y furioso al pensar que su esposa no estaba sola le preguntó que con quién se encontraba, pero ella lo tranquilizó asegurándole y jurándole que estaba sola. Calmado al fin pero mientras seguían hablando, la comunicación se cortó con un sonido de interferencia. Perdió la conexión con su esposa y pasó a ocuparla una voz masculina, muy fuerte y cavernosa, casi metálica, que dijo: !Dentro te espero! De nuevo se escuchó la interferencia y acto seguido la voz de su mujer preguntando qué había ocurrido, ya que se habían dejado de escuchar durante breves segundos.
Esa noche el vigilante no hizo ningún turno de ronda por el recinto. Poco después y tras atravesar malos momentos psicológicos, se despidió de la empresa.
Otros antiguos vigilantes que han pasado largas horas en el recinto, afirman haber oído pasos indefinidos que se aproximaban en la distancia para luego volver a alejarse. Cuentan que una de las noches los murmullos en el aire incapaces de identificar, pero eran tan evidentes que sintieron auténtico pavor. Han pasado miedo, sí, pero ese es su trabajo y tienen que enfrentarse a veces a situaciones tan adversas como estas.
P. D. E. cuenta que una noche al ver a su compañero tan asustado, quiso gastarle una broma y pidió a voz en grito una señal. En ese mismo instante sintió un agudo pitido en el oído que lo dejó sordo por unos minutos. Dicen que desde entonces todo se lo toman totalmente en serio, haciendo su trabajo casi sin hacerse notar.
No son esas las únicas experiencias que han vivido. Algunas noches mientras se encontraban en la sala de descanso escuchaban lápidas de nichos caer al suelo haciéndose añicos. Salían atemorizados a buscar el lugar u nunca encontraban nada. Curiosamente, a los pocos minutos de volver a la sala, el fuerte sonido volvía a hacerse presente, sin que tampoco dieran con el origen del mismo.
En otras ocasiones, les sucedió lo mismo, pero en este caso realizando rondas internas, pero en ningún momento, ni incluso al despuntar el alba, lograron encontrar ninguna piedra o losa rota en el suelo. Algo que les dio mucho que pensar.......
Le comente que me llamaba Marcelino y que era un investigador privado de Zaragoza.
Me presento a Florentino y me contrato para que expulsara a los malos augurios del estadio.
empeze a trabajar esa misma noche. Despues de varias noches de investigazion por dentro del estadio y de mirar papeles antiguos averigue que no era ningun espiritu si no que era una familia de gatos que lloraban por el hambre que tenian. Ala mañana sigiente avise a Florentino,al vigilante y ala perrera.
florentino al ver la tonteria que era despidio inmediatamente al vigilante y contrato a uno nuevo. Ami me dio las gracias y me pago mis honorarios por mi trabajo

miércoles, 3 de noviembre de 2010

pintura románica

 Pintura romanica estaba relacionada con la iglesia . Era representaciones planas sin volumen .